Caputo anunció nueva baja de retenciones para el agro: no hay plata… salvo para el campo

El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció una nueva reducción de retenciones para el sector agropecuario, presentándola como parte del “alivio fiscal” impulsado por el Gobierno. La medida establece una baja permanente en los derechos de exportación de las principales cadenas de granos y subproductos. Según detalló Caputo, las alícuotas pasarán del 26% al 24% en el caso de la soja; del 24,5% al 22,5% para los subproductos de la oleaginosa; del 9,5% al 7,5% para trigo y cebada; del 9,5% al 8,5% para maíz y sorgo; y del 5,5% al 4,5% en girasol.

El ministro afirmó que la eliminación total de las retenciones es una prioridad del presidente Javier Milei y que el Gobierno seguirá avanzando en esa dirección “en la medida que las condiciones macroeconómicas lo permitan”. Caputo señaló además que la baja apunta a “mejorar la competitividad de la agroindustria”, sector que representa cerca del 60% de las exportaciones del país.

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Con el peso apreciado y un boom de importaciones que destruye empleos industriales, el Gobierno busca que el agro liquide más divisas antes de que se profundice la crisis de dólares. En noviembre, el sector agroexportador liquidó u$s759 millones, con una caída de 32 % respecto de octubre de 2025. Por otro lado, la medida es una moneda de cambio para conseguir apoyo al plan de reformas que quiere impulsar el gobierno.

Pero lo que se presenta como “alivio fiscal” en realidad es una gigantesca transferencia de riqueza hacia el sector más concentrado de la economía argentina. Con las retenciones 0% durante tres días, la cerealeras ya habían ganado U$S 1.500 millones. Mientras el gobierno recorta el gasto social y deja correr despidos masivos, decide resignar nuevamente una recaudación millonaria para beneficiar a los exportadores.

Las promesas de generación de empleo y el “desarrollo” de cada región del país se choca de frente con los resultados de años de consenso extractivista: precarización, desigualdad y contaminación.

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Como mostró el caso de Molinos Agro, que aumentó su margen y sumó 25 millones de dólares extra gracias a la merma impositiva, esta política no derrama, por el contrario, concentra. El argumento del “campo como motor del crecimiento” es insostenible, un intento de tapar el chantaje de las grandes patronales agrarias para aumentar sus ganancias.

Lo que Caputo anuncia como un “paso en el camino del desarrollo” es, en realidad, otro paso más en el proyecto de país para pocos. Una Argentina dependiente del sector agroexportador, del fracking y de la megaminería que hoy se discute en Mendoza. Sin industria, sin soberanía económica y con una gran mayoría social condenada a la precarización y la pobreza a la cual se pretende disciplinar quitando derechos laborales. La resistencia a esta avanzada sólo puede venir de las calles, exigiendo un verdadero plan de lucha frente a la entrega.

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