La Gendarmería Nacional Argentina, a lo largo de su historia, ha sido una fuerza de seguridad que ha desempeñado un papel central en la represión estatal, actuando como un brazo armado del Estado para sofocar conflictos sociales y restaurar el «orden». Desde su creación formal en 1938, su función ha sido intervenir en los conflictos internos del país, más allá de su supuesto rol de proteger las fronteras. Esta institución ha sido utilizada por distintos gobiernos, tanto radicales como peronistas, para reprimir a los trabajadores, la juventud y los sectores populares, adecuándose a cada coyuntura sin perder su esencia represiva.
Orígenes y Primeras Intervenciones
La Gendarmería tiene sus antecedentes en las «gendarmerías volantes» provinciales, como la creada por Hipólito Yrigoyen en 1921 para reprimir huelgas de peones rurales en Santa Cruz y Chaco. Su formalización en 1938 fue impulsada por intereses empresariales, como la firma Bunge & Born, para proteger sus intereses en el Chaco. Desde entonces, ha sido un enemigo constante de los trabajadores y los pueblos originarios.
Participación en Masacres y Represión
Uno de los episodios más oscuros de la Gendarmería fue su participación en la masacre del pueblo Pilagá en 1947, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, donde cientos de personas, incluidos mujeres y niños, fueron masacrados en una acción conjunta con la Fuerza Aérea. Durante la dictadura militar (1976-1983), aunque menos destacado, su rol fue crucial en el genocidio, dirigiendo varios centros clandestinos de detención.
En los años 90 y principios del siglo XXI, la Gendarmería reprimió manifestaciones de trabajadores desocupados en todo el país, resultando en decenas de muertes junto a otras fuerzas policiales. Un ejemplo significativo fue el desalojo del Puente Internacional General Belgrano en 1999, que terminó con la vida de dos manifestantes y dejó cientos de detenidos.
Casos Recientes de Violencia
En tiempos más recientes, la Gendarmería ha estado implicada en varios casos de violencia y gatillo fácil, así como en la represión de múltiples luchas obreras como la de Lear en 2014, donde además protagonizó el escándalo del «gendarme carancho». En 2020, Facundo Scalzo fue asesinado de un disparo en el pecho en el Bajo Flores, un caso que generó gran repudio y donde los gendarmes involucrados fueron liberados tras pagar fianzas. Otro caso fue el de Andrés Campoy, asesinado de un tiro en la nuca en Mendoza, donde los gendarmes acusados intentaron borrar pruebas y alegaron un suicidio.
El caso de Santiago Maldonado en 2017, desaparecido durante una represión de Gendarmería en una protesta mapuche, es otro ejemplo de la brutalidad de esta fuerza. La desaparición y muerte de Maldonado generaron una fuerte crítica social y política hacia la Gendarmería y el gobierno de Mauricio Macri, que respaldó su accionar.
Impunidad y Encubrimiento
A lo largo de su historia, la Gendarmería ha gozado de una impunidad casi total, con mecanismos institucionales que encubren sus crímenes y permiten la continuidad de prácticas represivas. Esta impunidad se refleja en la falta de sanciones efectivas y en la continuidad de gendarmes implicados en casos de violencia en sus funciones.
Conclusión
La Gendarmería Nacional Argentina ha sido y sigue siendo una herramienta clave del aparato represivo estatal, utilizada para mantener el orden social en beneficio de los intereses del capital. Su historial está marcado por la represión violenta de los sectores más vulnerables de la sociedad, desde los pueblos originarios hasta los trabajadores y jóvenes de barrios populares. A pesar de los cambios de gobierno, su rol represivo se ha mantenido constante, adaptándose a las necesidades del poder de turno.