La princesa Carolina de Mónaco es una de las figuras más emblemáticas de la realeza europea, conocida por su sofisticación, dedicación cultural y fortaleza frente a las adversidades.
Como hija mayor del príncipe Rainiero III y la célebre actriz estadounidense Grace Kelly, Carolina consiguió equilibrar su vida pública como representante de Mónaco con una vida privada marcada por momentos de gran felicidad y profundas tragedias.
Conocida en los años 70 con el apodo de «Novia de Europa» por sus notorios romances, a través de su trabajo filantrópico, su influencia en el mundo de la moda y su compromiso con las artes, ha consolidado su posición como un ícono global.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
1. La primera hija de los príncipes de Mónaco
Carolina Louise Marguerite Grimaldi nació el 23 de enero de 1957 en el Palacio del Príncipe de Mónaco, en un momento en que el principado vivía bajo el resplandor internacional de sus padres, Rainiero III y Grace. Según The New York Times (1957), Rainiero anunció que su hija recién nacida tenía los rasgos delicados de su madre, presagiando la elegancia que definiría a Carolina.
Criada en un entorno donde la realeza se mezclaba con el glamour de Hollywood, su infancia estuvo marcada por una exposición constante a figuras de la élite global, desde actores hasta líderes políticos, lo que moldeó su carácter cosmopolita.
León XIV planea convertir su residencia oficial en un hogar compartido con frailes agustinos
2. Una educación privilegiada
La educación de Carolina reflejó su estatus y su curiosidad intelectual. Asistió a St. Mary’s School en Ascot, Inglaterra, una institución prestigiosa conocida por su rigor académico. Más tarde, se trasladó a París, donde estudió en la Sorbona, obteniendo un título en filosofía con especialización en psicología y biología, según informó Le Figaro (1978).
Su dominio de cinco idiomas (francés, inglés, español, alemán e italiano) no solo facilitó su rol diplomático, sino que también le permitió conectar con diversas culturas. En una entrevista con Vogue (2005), Carolina expresó: “La educación me dio la libertad de pensar por mí misma, algo que valoro profundamente”.
3. Su primer matrimonio con el «playboy» Philippe Junot
A los 21 años, en 1978, Carolina contrajo matrimonio con Philippe Junot, un banquero francés 17 años mayor que ella, en una boda fastuosa que atrajo a celebridades como Ava Gardner y Frank Sinatra. La unión, considerada una rebeldía contra las expectativas de sus padres, generó controversia debido a la reputación de Junot como playboy.
El matrimonio duró solo dos años, terminando en divorcio en 1980 tras rumores de infidelidad. En una rara reflexión pública en Paris Match (1981), Carolina comentó: “Fue un error de juventud, pero me enseñó a escuchar mi intuición”.
Carlos Alcaraz y Emma Raducanu, la pareja estrella del US Open, entre rumores de romance
4. La muerte de su madre, un punto de inflexión
El 14 de septiembre de 1982, la princesa Grace falleció tras un accidente automovilístico en una carretera de Mónaco, un evento que conmocionó al mundo y marcó un punto de inflexión en la vida de Carolina, entonces de 25 años.
Carolina, como hija mayor, asumió el rol de “primera dama” del principado, apoyando a su padre y representando a Mónaco en eventos oficiales.
La pérdida de su madre, con quien compartía una relación cercana, la obligó a madurar rápidamente y a enfrentar el escrutinio público mientras lidiaba con su dolor privado.
5. Stefano Casiraghi, el amor de su vida
En 1983, Carolina encontró el amor nuevamente con Stefano Casiraghi, un empresario y deportista italiano. Su boda civil en Mónaco, descrita por Corriere della Sera (1983) como una ceremonia íntima pero elegante, marcó el comienzo de una etapa feliz.
Casiraghi, conocido por su carisma y pasión por las lanchas motoras, trajo alegría a la vida de Carolina. La pareja se convirtió en un símbolo de glamour, frecuentemente fotografiada en eventos sociales y regatas.
Carolina describió esta época en una entrevista con Vanity Fair en 1990 como “un paréntesis de felicidad absoluta”.
El hijo de la princesa de Noruega a las puertas del juicio: fue acusado de cuatro violaciones y otros 28 cargos graves
6. Madre de tres hijos con Casiraghi
De su matrimonio con Casiraghi nacieron tres hijos: Andrea (1984), Charlotte (1986) y Pierre (1987). Carolina se dedicó intensamente a su crianza, priorizando su papel de madre.
Tras la muerte de Stefano, se trasladó con sus hijos a Saint-Rémy-de-Provence, Francia, buscando un entorno tranquilo. Esta decisión reflejó su deseo de proteger a su familia del escrutinio mediático y proporcionarles una infancia lo más normal posible, a pesar de su estatus real.
7. La muerte de Casiraghi: «Fue como si me arrancaran una parte de mí»
La tragedia golpeó nuevamente en 1990, cuando Stefano Casiraghi murió a los 30 años en un accidente durante una carrera de lanchas motoras en Mónaco. Según Le Monde (1990), el incidente devastó a Carolina, quien se retiró de la vida pública para centrarse en sus hijos.
En una entrevista con Paris Match (1995), expresó: “Perder a Stefano fue como si me arrancaran una parte de mí. Pero mis hijos me dieron la fuerza para seguir”. Este período marcó su transición hacia una vida más reservada, enfocada en la privacidad y la familia.
José de San Martín y Remedios de Escalada: la historia de amor que desafió el tiempo y la distancia
8. Tercer matrimonio con Ernesto Augusto de Hannover
En 1999, Carolina se casó con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, jefe de la casa real de Hannover, en una ceremonia discreta en el palacio de Mónaco.
La boda consolidó su posición en la realeza europea, otorgándole el título de princesa de Hannover. Sin embargo, el matrimonio enfrentó desafíos debido al comportamiento errático de Ernesto, incluyendo incidentes públicos que generaron titulares negativos.
La pareja se separó en 2009, aunque nunca se divorciaron formalmente.
9. Madre por última vez a los 42 años
En julio de 1999, Carolina dio a luz a su hija menor, la princesa Alexandra de Hannover. Criada entre Mónaco y Francia, Alexandra heredó el encanto y la elegancia de su madre, asistiendo a eventos como el Baile de la Rosa.
Según informó la revista Vogue en 2018, Carolina fue una madre protectora, guiando a Alexandra en su transición a la vida pública mientras le permite explorar sus intereses, como el patinaje artístico.
10. Compromiso con la filantropía, el legado de Grace Kelly
Carolina ha dedicado gran parte de su vida a la filantropía, presidiendo la Cruz Roja de Mónaco y AMADE Mondiale, una organización fundada por Grace Kelly para proteger a niños vulnerables.
En 2003, la princesa fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, un reconocimiento a su trabajo humanitario.
En una entrevista con el diario británico The Guardian en 2010, afirmó: “Mi madre me enseñó que el privilegio conlleva responsabilidad. Ayudar a los demás es mi manera de honrarla”.
11. Al frente del mundo cultural en Mónaco
Desde 1985, Carolina ha sido una fuerza impulsora detrás de los Ballets de Monte-Carlo, cumpliendo el sueño de su madre de promover la danza en el principado. También preside la Fundación Príncipe Pierre, la Filarmónica de Monte-Carlo y el Festival Printemps des Arts.
Su liderazgo ha transformado a Mónaco en un centro cultural de renombre. En una entrevista con la revista Madame Figaro, Carolina expresó: “Las artes son el alma de una sociedad. Mi rol es darles espacio para florecer”.
Carolina ha hablado en varias ocasiones sobre su compromiso con la libertad artística y la autenticidad. En una entrevista en 2020 afirmó: “Mi fortuna en Mónaco es facilitar la creación de otros y defender la libertad artística, que es esencial para el alma humana”.
12. Ícono de la moda
Carolina es reconocida mundialmente como un ícono de la moda, a menudo comparada con su madre por su estilo impecable. Ha colaborado con diseñadores como Karl Lagerfeld, Yves Saint Laurent y Chanel, destacando en eventos como el Baile de la Rosa.
Su guardarropa combina elegancia clásica con toques contemporáneos. En una entrevista con Harper’s Bazaar dijo: “La moda es una forma de expresión, pero debe ser auténtica, no una máscara”.
13. Carolina es amiga de Karl Lagerfeld
La amistad de Carolina con Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel, fue una de las más significativas de su vida. Lagerfeld diseñó muchos de sus atuendos y colaboró en eventos benéficos como el Baile de la Rosa de 2013.
Tras su muerte en 2019, Carolina declaró en Vanity Fair: “Karl era más que un amigo; era familia. Su genio y humor dejaron un vacío imposible de llenar”.
14. Resiliencia ante dificultades personales
La vida de Carolina ha estado marcada por pérdidas devastadoras y desafíos personales, desde la muerte de su madre y su segundo esposo hasta los problemas de su tercer matrimonio.
A pesar de ello, ha mantenido su compromiso con sus deberes y su familia.
Su capacidad para enfrentar la adversidad con dignidad la ha convertido en un modelo de resiliencia. En Paris Match reflexionó: “La vida me ha dado golpes duros, pero también me ha enseñado a encontrar fuerza en el amor y el deber”.
15. Una “primera dama” todavía vigente
Tras los problemas de salud de la princesa Charlene, esposa de su hermano Alberto II, Carolina asumió un rol prominente como figura representativa de Mónaco.
Su presencia en eventos oficiales y su apoyo a Alberto han consolidado su influencia. El papel de Carolina combina diplomacia, elegancia y compromiso cultural, asegurando que el legado de los Grimaldi permanezca intacto.