El juego corría en la cancha de Independiente, pero el clima estaba muy pesado en las tribunas. Y en un momento, a los 2 minutos de un segundo tiempo que pareció no iba a empezar porque las cosas ya estaban mal, aparecieron espectadores en el campo de juego. Federico Mancuello trató de contenerlos, pero había gente cortada que quería que se parara con el fútbol. El Rojo y Universidad de Chile estaban 1-1 en Avellaneda por la Copa Sudamericana, pero a esa altura se miraba más lo que pasaba en las gradas que sobre el césped. El partido, finalmente, fue detenido por el árbitro uruguayo Gustavo Tejera.
¿Qué sucedió? Los simpatizantes chilenos, que cubrían toda una bandeja en una cabecera, habían arrojado hacia abajo pedazos de mampostería, escobas y partes de sanitarios. Y abajo había hinchas de Independiente, sin contención. La situación fue agravándose, los espectadores de la popular baja se abrieron y el hueco fue agrandándose, pero ya era tarde: había personas lastimadas.
Los problemas comenzaron en la primera etapa, pero el encuentro continuó normalmente, como si nada ocurriera. Pero la situación se hizo insostenible más tarde, cuando algunos espectadores pisaron la cancha. Entonces sí Tejera suspendió, provisionalmente, la acción, pero eso no calmó a las hinchadas.
Los simpatizantes de Universidad empezaron a ser desplazados de la popular, pero los problemas no terminaron. Y la organización abrió las puertas para que los ocupantes de la bandeja inferior de ese sector, hinchas del Rojo, pudieran pasar a la platea más cercana.
Después, por los altavoces se informó que la parcialidad de Universidad de Chile debía retirarse completamente del estadio, sin lo cual el partido no seguiría. Muchos espectadores visitantes se marcharon, en medio de corridas y pedradas, y se retiraron las banderas, pero no todos desalojaron esa tribuna alta. El operativo de seguridad estaba a cargo de 650 efectivos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que estaba afuera del estadio, e incluye 150 agentes de seguridad privada, que aparecieron al final en la zona de conflicto.
Si bien gran parte de la parcialidad local se mantuvo en calma, tronaron cánticos contra la Conmebol y el presidente de Independiente, Néstor Grindetti. Y luego de algunos minutos en los que fueron yéndose hinchas visitantes y desplazándose simpatizantes locales mientras un pequeño grupo continuaba lanzando cosas desde arriba, el ambiente fue calmándose en apariencia. Ahí, ambos equipos se marcharon a los vestuarios, con la idea de pasar unos 20 minutos allí hasta que fuera evacuado completamente el público visitante y que se reanudara el partido alrededor de las 23.25. Imposible. Todo empeoró.
Unos pocos vándalos permanecieron en la bandeja superior arrojando cosas. Y al tiempo, ingresaron a ese sector barrabravas de Independiente para ir al choque con los de Universidad de Chile. Justicia por mano propia. Hubo personas que cayeron desde el sector alto al de abajo, y otras que fueron tiradas. La situación, si bien comprende a pocos individuos, se tornó gravísima.
Los vándalos de la barra del Rojo atacaron a golpes a los escasos ocupantes que quedaban e incluso comenzaron a reportarse los casos de personas desnudadas en ese sector, mientras otras, incluidas mujeres, se guarecían en pequeños grupos ante el avance de los violentos de Independiente.
Todo esto sucedía sin presencia policial en la zona de los problemas. Recién cuando el panorama se aquietó ingresaron efectivos a la tribuna, en la que quedaban muy pocos espectadores. Según reportes, dos estaban inmóviles. La transmisión oficial, por su parte, evitó las imágenes del caos, mientras se describía acongojadamente lo que llegaban a ver desde la cabina.
Y a las 23.37, más de media hora después de la detención del encuentro, se conoció que, en principio, la suspensión era definitiva. Dos minutos más tarde, quedó oficializada la medida: el partido quedaba suspendido, al menos por este miércoles. Luego quedará la determinación definitiva por parte de Conmebol, con las eventuales sanciones por tomar.
A todo esto, el 1-1 parcial en Avellaneda, tras el 1-0 para Universidad registrado en Santiago, favorecía al equipo chileno para clasificarse para la rueda de cuartos de final. Independiente necesitaba como mínimo ganar por un gol para desembocar en una definición por penales. Ahora, según Conmebol, el partido fue “cancelado en función a la falta de garantías de seguridad por parte del club local y de las autoridades locales de seguridad” y derivado a la Comisión que investigará lo sucedido.
Tras la suspensión, una gran parte de los hinchas se metió en el campo de juego y la salida de la mayoría era en plena furia, con insultos y relatos escalofriantes de lo que habían vivido. La descripción de lo vivido emparentaba con haber sido testigo de una guerra. Lo que se observaba en aquella tribuna no daba buena señal para con la gente agredida, algunos de ellos trasladados al hospital Fiorito en estado de gravedad, según confiaron fuentes de ese nosocomio a TyCSports, que cuando llegó con las cámaras allí se encontraron con barras bravas de Independiente que los obligaron a irse sin filmar.
Y en medio de ello, hinchas que eran llevados en camilla, otros sangrando y casi de manera unánime, reclamando por la desprotección, sobre todo con los chicos, las mujeres, los jubilados y aquellos que quedaron desprotegidos en la tribuna debajo de los vándalos. Una noche salvaje, con decenas de detenidos y heridos, muy lejos del fútbol.