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Las vacaciones de 8 semanas de Máxima que armaron un terrible escándalo en Holanda

Durante años, Máxima Zorreguieta y el rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos han convertido su villa en el Peloponeso en su refugio de verano. Pero esta vez, el descanso real se convirtió en tormenta mediática: ocho semanas seguidas de vacaciones en Grecia provocaron un verdadero escándalo en Holanda.

En plena temporada alta, cuando otras casas reales como la española optan por destinos dentro de su propio país, la decisión de la pareja real neerlandesa encendió las alarmas y los titulares más duros de la prensa. «Esto es inadmisible», opinaron varios.

La propiedad, que compraron en 2012 por unos cinco millones de euros, es un palacio moderno con acceso privado al mar y hasta un muelle exclusivo para el yate familiar. Allí, Máxima, Guillermo y sus hijas –Amalia, Alexia y Ariane– disfrutan del verano europeo en un entorno casi blindado.

Sin embargo, ese lujo no cayó bien entre sus compatriotas, que ya venían señalando que los reyes suelen pasar demasiado tiempo fuera del país mientras el resto enfrenta problemas económicos y climáticos.

La prensa neerlandesa fue tajante. Medios como Story y expertos en realeza calificaron estas vacaciones como “poco empáticas”. Algunos periodistas plantearon que la familia real debería pasar al menos una parte del descanso en lugares icónicos de los Países Bajos, como Zelanda o Limburgo, para acercarse a la gente.

“Incluso un fin de semana largo en una región local sería un gesto bien recibido”, remarcó la especialista Justine Marcella, que suele analizar los movimientos de la corona. En medio de la polémica, también resurgió un recuerdo incómodo: el viaje de 2020, cuando en plena pandemia la familia real voló a Grecia mientras el país vivía restricciones severas.

Aquel episodio obligó a Guillermo a grabar un video de disculpas públicas, reconociendo que fue “imprudente” y que no habían evaluado el impacto social del viaje. Hoy, cinco años después, las críticas vuelven a repetirse con el mismo tono encendido.

Mientras los flashes captaban a Máxima en el yate familiar “Almax” –nombre formado por Alexia y Max–, luciendo caftanes de mosaico griego y sombreros enormes, las redes sociales hervían. Muchos usuarios cuestionaban el gasto y el tiempo prolongado del descanso, aunque la pareja aclaró que se trata de una propiedad privada y no financiada con dinero público.

EL YATE, LOS LOOKS DE MÁXIMA Y LAS NUEVAS CRÍTICAS

Sin embargo, en el debate público neerlandés la imagen de la familia real vuelve a tensarse: para algunos, estas escapadas representan desconexión con la realidad cotidiana del país. Se espera que Guillermo interrumpa brevemente sus vacaciones para actos oficiales en agosto, pero la mayor parte del verano seguirá disfrutándola en el mar Egeo.

Entre el lujo, las olas y las críticas, la pareja real demuestra que, una vez más, sus vacaciones dan tanto que hablar como su reinado. Y en palabras de una cronista local: “Holanda quiere a Máxima, pero no siempre la entiende”.

Ubicada en la región del Peloponeso, la villa está rodeada de olivares centenarios y pequeñas calas escondidas. Es un lugar aislado del turismo masivo, con aguas turquesas y vistas panorámicas del mar Egeo que parecen sacadas de una postal. La privacidad es total: no hay vecinos cerca y la seguridad está garantizada por un cerco natural de montañas que la rodea.

La casa en sí es un despliegue de lujo discreto: paredes blancas al estilo cicládico, enormes ventanales que dejan entrar la luz del Mediterráneo y una piscina infinita que se confunde con el mar.

En el interior predominan los materiales nobles, como piedra local y madera, combinados con toques modernos que Máxima habría elegido personalmente. Es el tipo de propiedad soñada para desconectar del protocolo y, a la vez, reavivar el debate sobre los privilegios de la monarquía neerlandesa.

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