InicioSociedadQuién era el chofer de Uber asesinado en un robo en La...

Quién era el chofer de Uber asesinado en un robo en La Matanza: trabajaba para entretenerse

La hija de Jorge Cremontti, Silvina, está parada frente a la casa de su padre, en Saladillo 128, en el barrio de Liniers. Espera un coche para ir al velorio. Tiene el cuerpo rígido, la mirada apagada, el rostro partido por el cansancio, la bronca y el dolor. Cada palabra que sale de su boca se carga de un amor profundo y una indignación que no la deja respirar.

“Mi viejo no se merecía esto. No le hizo nada a nadie. No estaba haciendo nada mal”, dice la mujer a Clarín. Jorge tenía 67 años, dos hijos y vivía con su esposa, Mónica que quien se desempeña como profesora en un colegio de la zona. Era chofer de Uber, también particular, pero no trabajaba por necesidad. Lo hacía, según su hija, para entretenerse, para mantenerse activo, para dar una mano a algún vecino que necesitaba llegar a algún lado.

Este martes por la mañana aceptó un viaje a Lomas del Mirador, en La Matanza, porque coincidía con una zona a la que tenía que ir por otro motivo. Nunca llegó. El pasajero que subió al auto terminó amenazándolo con un arma. Hubo un forcejeo. El disparo le dio en una pierna y le cortó la arteria femoral. Jorge murió desangrado en la calle.

Las palabras de Marina se interrumpen por momentos. Cierra los ojos, respira hondo, vuelve a empezar. Dice que lo que más le duele es escuchar comentarios que lo reducen a una estadística, como si su papá no fuera más que “otro chofer más asesinado en Buenos Aires”.

“No era un pobre tipo que estaba arriba del auto 18 horas porque tenía que comer o le faltaba el mango”, asegura su hija. Es que Jorge no vivía de esto. Se movía más con gente conocida. Era de hacer favores. Vivía con su jubilación. “No iba a arriesgar su vida por plata”, remarca.

Despiden los restos de Jorge Cremontti en una sala velatoria de Liniers. Foto: Enrique García Medina.

El crimen de Jorge provocó un dolor inmenso en la familia, pero también indignación. “Mi papá no era un pobre jubilado que necesitaba trabajar sí o si, no estaba dentro de las chances”, indica Marina, con bronca. “Era una persona honesta. Toda la vida fue empleado, siempre laburó. Gente que trabajó con él a los 18 años nos está escribiendo. Nunca estuvo en nada raro”, explica.

La herida es tan reciente que todavía no entiende cómo seguir. No hay tiempo para el duelo. Están buscando a los responsables, identificando el cuerpo, resolviendo trámites. “No le importaba si alguien tenía para pagarle o no. Llevaba a la gente igual. Hacía favores a todo el mundo. Y me lo matan así. Es muy injusto”, retoma Marina.

En medio de la conversación y después de recordar el gran papá que fue, llega un familiar y la hija se quiebra. Se funde en un abrazo largo y rompe en un llanto desgarrador.

El vecino que siempre estaba

Carlos García, uno de sus vecinos más cercanos, recuerda a Jorge como alguien presente. Presente en los favores, en los asados, en la calle, en los detalles del día a día. “Siempre estaba limpiando su auto”, comenta. “Era meticuloso, ordenado. Y muy servicial. Llevaba a mis nietos al colegio o al fútbol, conocía todos los horarios. Si mi hija no tenía para pagarle un viaje, él le decía que le pague después. Nunca apuraba a nadie”, rememora.

Carlos dice que no sabe con precisión desde cuándo Jorge vivía en el barrio, pero que lo conocía desde hacía al menos siete años. Era de los que se involucraban. Si alguien necesitaba algo, ahí estaba. Si había que hacer un asado, traía mesas, ponía ladrillos para no estropear la vereda. Si había una oferta en el supermercado, avisaba. “Te decía: andá hoy que está más barato el aceite. Era así. Muy compañero”, agregó.

Según Carlos, Jorge también era dueño de una personalidad fuerte, pero en el buen sentido: resuelto, de calle, rápido para pensar soluciones. “Tenía un poquito de carácter. Pero era muy buena persona. Muy generoso”, describe.

Siempre activo

“Era de esos que no podían quedarse en casa”, dice otro de sus vecinos. A Jorge le gustaba cocinar, hacer cosas por los demás, conversar. Y aunque en los medios se lo nombró como “chofer de Uber”, quienes lo conocían sabían que no era un remisero más. Era alguien que prefería trabajar con conocidos. Que hacía viajes puntuales. Que no dependía de eso, pero que lo disfrutaba.

Ese viaje lo hizo porque justo tenía que ir para ese lado”, añade su hija y continuó: “Lo usó para justificar la salida. Así era él.»

Video

Matan a un chofer de aplicación en La Matanza: un sospechoso fue detenido mientras lavaba la ropa

Hace unos meses, Jorge ya había sido asaltado y le habían robado el celular . Su familia no recuerda con exactitud dónde ocurrió, pero asegura que fue reciente. Nunca pensaron que la historia podría terminar de la peor manera.

Una pérdida que sacudió al barrio

La noticia del asesinato de Jorge se propagó con rapidez, pero no todos se enteraron al mismo tiempo. Algunos vecinos lo supieron por la televisión. Otros por un mensaje en el celular. Muchos no lo podían creer.

“Parece mentira”, dice Carlos. “El domingo hablé con él. Estaba lavando el coche. Le dije que no descansaba nunca y se rió”, relata.

Jorge era metódico con su casa, con su auto, con su familia. Y también con sus vínculos. Nunca dejó de ser un vecino de confianza. Por eso, su muerte dejó un vacío que en Saladillo 1281 todavía no se llena.

“Era muy completo”, resume otro de los habitantes del barrio. No solo era solidario. También era cariñoso, gracioso. Un tipo de los que ya no hay.

La investigación avanza, el dolor permanece

Horas después del crimen, la Policía detuvo a Lautaro Daniel Ibarra (26) como acusado de haber cometido el asesinato. Fue encontrado en un domicilio usado como «aguantadero», luego de haber chocado el auto robado a Jorge y escapar a pie. La investigación continúa para identificar a otros posibles involucrados.

Según las fuentes consultadas, el imputado se negó a declarar este miércoles ante la Fiscalía de Homicidios de La Matanza, a cargo de la causa.

En tanto, los médicos forenses que realizaron la autopsia confirmaron una sola herida de bala con orificio de entrada y salida, que creen fue provocada por un revólver, dado que en la escena del crimen no se halló ninguna vaina servida que indicase la utilización de una pistola.

Pero nada de eso consuela. En la casa de Saladillo, en los asados en la vereda, en los viajes con los hijos de los vecinos, Jorge dejó una ausencia difícil de explicar.

Era más que un chofer. Era padre, amigo, compañero. Un vecino de esos que hacen barrio. Y a quienes, como dijo su hija, no les tocaba este final.

AA

Más noticias
Noticias Relacionadas