En las entrañas de una Casa de la Moneda, el tiempo parece detenerse mientras máquinas, hombres y metales trabajan al unísono para dar vida al engranaje económico de una nación. Más que un espacio de producción, es un santuario donde la precisión y el arte se unen para crear monedas que reflejan la memoria de un pueblo, su identidad y la esperanza depositada en cada intercambio.
En el Perú, las monedas se producen en un recinto histórico situado en la intersección de los actuales jirones Junín y Paruro. En este lugar, la fabricación de monedas comenzó en 1683, aunque su origen se remonta a un periodo anterior.
La historia nos revela que la Casa de Moneda de Lima, conocida actualmente como la Casa Nacional de Moneda (CNM), fue fundada el 21 de agosto de 1565, convirtiéndose en la primera de Sudamérica.
La Casa de la Moneda fue creada en 1565 mediante una Real Cédula emitida por Felipe II en la ciudad española de Segovia. Este documento establecía la directriz de acuñar monedas utilizando plata como material principal, marcando un hito en la historia económica del Virreinato del Perú.
Tres años después, se acuñaron las primeras monedas. Sobre las razones del retraso en su fabricación, el Banco Central de Reserva del Perú informó lo siguiente a través de un boletín: “La demora de casi tres años entre la ordenanza y la puesta en funcionamiento de la ceca se debió a la decisión de cuál sería el sistema monetario por el que se debería optar, así como el lugar en el que funcionaría la ceca”.
Finalmente, eligieron el real y la sede sería la ciudad de Lima. Es así que los trabajos se iniciaron en 1568, utilizando por entonces un local en las “Cajas Reales”, ubicado en una esquina de lo que hoy en día es el Palacio de Gobierno, frente a Desamparados.
Ahora bien, la ubicación actual de la Casa Nacional de Moneda, en la intersección de Junín con Paruro, data de 1683, cuando el virrey Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, adquirió el terreno. Antes de ello, el antiguo local fue clausurado en varias ocasiones debido a los eventos turbulentos en la historia del Perú.
Curiosamente, el canal Huatica atravesaba el terreno donde se estableció la Casa de Moneda. Este recurso fue aprovechado por los técnicos, quienes integraron la fuerza hidráulica en sus operaciones, con la consigna de optimizar el proceso de fabricación de monedas.
La Casa de Moneda de Lima, creada en 1565 y cerrada en 1572, fue restablecida en 1683 en un local alquilado entre la Plaza Italia y la Plaza Bolívar. El terremoto de 1746 destruyó este edificio, cuya reconstrucción se inició en 1748, dando paso a una nueva etapa en su funcionamiento.
Durante el proceso de reconstrucción, los técnicos encontraron el canal Huatica. Lejos de considerarlo una amenaza, aprovecharon su presencia para potenciar las funciones del lugar. En el boletín de la Municipalidad de Lima titulado “Recuperando la memoria de Lima”, se detallan los usos que se le dio al agua.
“Para la nueva construcción, se adquirieron varias propiedades adyacentes al local original, de tal manera que un tramo del canal Huatica atravesaba el terreno de norte a sur. El recorrido del río al interior de la Casa de Moneda era aprovechado para utilizar la fuerza del agua en el proceso de refinamiento de metal y la acuñación de la moneda”, se lee.
Gracias a la energía hidráulica de sus aguas, las volantes (prensa o máquina) comenzaron a operar, facilitando la acuñación de monedas circulares y dejando atrás los métodos artesanales.
Como es sabido, la volante de San Andrés Apóstol llegó al Perú en el siglo XVIII. Esta moderna máquina de acuñación, altamente avanzada para su tiempo, permitió la fabricación de monedas de cordoncillo, mucho más difíciles de falsificar y con un acabado similar al de las que conocemos actualmente.
En el libro “Canales Surco y Huatica. 2000 años regando vida”, de Javier Lizarzaburu, también se hace referencia al canal Huatica como un recurso importante para la fabricación de monedas. “Estudiosos han remarcado que la potencia hidráulica del Huatica era tal que se utilizaba para dar movimiento a los molinos y máquinas de acuñación de monedas”, se lee.