Azerbaiyán, país anfitrión de la COP29, intentó calmar el ambiente diplomático en Bakú el jueves después de que una ministra francesa cancelara su viaje a las negociaciones climáticas de la ONU y Argentina retirara su delegación.
Mientras los negociadores trabajan a puerta cerrada en la COP29 para concretar un acuerdo de financiamiento climático, el foco ha sido en gran medida robado por la agitación diplomática.
La ministra de Medio Ambiente de Francia, Agnès Pannier-Runacher, anunció el miércoles que no viajaría a Bakú luego de que el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, acusara a París de «crímenes coloniales» y «violaciones de derechos humanos» en sus territorios de ultramar.
Pannier-Runacher calificó su discurso como «inaceptable… y por debajo de la dignidad de la presidencia de la COP.» Fue además una «violación flagrante del código de conducta» para liderar las conversaciones climáticas de Naciones Unidas, añadió.
Intentando calmar las aguas el jueves, el principal negociador de la COP29, Yalchin Rafiyev, insistió en que Azerbaiyán había promovido «un proceso inclusivo».
«Hemos abierto nuestras puertas para que todos puedan participar en discusiones muy constructivas y productivas», dijo a los periodistas. Las relaciones entre París y Bakú han sido tensas desde hace años debido al apoyo de Francia a Armenia, archirrival de Azerbaiyán.
Azerbaiyán derrotó a Armenia en una ofensiva relámpago el año pasado, cuando retomó la región separatista de Nagorno-Karabaj, poblada por armenios, lo que provocó el éxodo de más de 100.000 armenios.
Aliev ha elogiado la victoria militar en sus declaraciones ante los delegados y también ha sorprendido al insistir en que los recursos naturales, incluidos los combustibles fósiles que emiten carbono, son un «regalo de Dios».
El comisario del clima de la Unión Europea afirmó que las conversaciones climáticas «deberían ser un espacio donde todas las partes se sientan libres de venir y negociar».
«La presidencia de la COP tiene una responsabilidad particular para facilitar y mejorar eso», publicó Wopke Hoekstra en X.
Agravando la agitación diplomática, la delegación de Argentina fue retirada abruptamente de las conversaciones. Una fuente oficial argentina confirmó la salida pero se negó a dar más detalles. El presidente Javier Milei, ha dejado claro su escepticismo respecto al cambio climático y es aliado del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Aunque la delegación de Argentina era pequeña, su partida «es sin precedentes en la historia diplomática del país», dijo Oscar Soria, activista ambiental argentino y director de Common Initiative.
Rafiyev evitó profundizar sobre la salida, calificándola como «un tema bilateral entre Argentina y la ONU». «Esperamos que todos los que asisten aquí tengan solo una intención: unirse a este esfuerzo colectivo para lograr un resultado positivo», agregó.
El progreso en el objetivo clave de las conversaciones, un nuevo acuerdo de financiamiento climático, avanza muy lentamente.
La línea de conflicto principal es clara: cuánto deben pagar los países desarrollados para ayudar a las naciones más pobres a adaptarse al cambio climático y alejarse de los combustibles fósiles.
Las naciones ricas se muestran reacias a gastar mucho más que los 100.000 millones de dólares anuales ya comprometidos, y en general hacen referencia a que sus ciudadanos se están viendo afectados por la inflación y economías inestables.
Pero los países en desarrollo advierten que necesitan al menos un billón de dólares para defenderse de los estragos del cambio climático y cumplir con los compromisos de alcanzar emisiones netas cero.
Fuentes describen las discusiones en curso como difíciles, con negociadores luchando por ajustar un borrador de texto antes de la llegada de los ministros en unos días para concretar un acuerdo. «A este ritmo no podremos entregar algo significativo para el sábado, como inicialmente solicitó la presidencia», advirtió Fernanda de Carvalho, líder de políticas climáticas en WWF.
La cuestión del papel que Estados Unidos jugará en la acción y el financiamiento climático sobrevuela las conversaciones, especialmente ante el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero. Trump ha prometido retirarse nuevamente del acuerdo de París, generando dudas sobre cuánto pueden realmente prometer y cumplir los negociadores de Estados Unidos en Bakú.
«Creo que es justo decir que hay cierta incertidumbre sobre la próxima administración», admitió Jake Levine, director senior de clima y energía de la Casa Blanca.
Sin embargo, la necesidad de «proyectar los valores estadounidenses» será un motor potente para la financiación y acción climática continuas a pesar del regreso de Trump, añadió. «No podemos ceder el terreno a China, a nuestros competidores… Así que creo que verán una presencia estadounidense continua», vaticinó.